La inexistencia de Nibiru
El planeta ficticio nombrado como Nibiru fue propuesto por un autodidacta estudioso de la escritura cuneiforme sumeria, llamado Zecharia Sitchin. Sitchin utiliza una imagen de un particular sello sumerio, junto con su propia traducción de escritura cuneiforme sumeria, para argumentar que los sumerios sabían de la existencia de 12 planetas en el Sistema Solar, que el duodécimo planeta es Nibiru, que orbita alrededor del Sol una vez cada 3.600 años. Gran parte de la interpretación de Sitchin gira en torno a la interpretación de esta particular palabra bíblica. Curiosamente, Kramer también estudia el sentido de la palabra “shem”, pero considera un estudio realizado por un tipo llamado Arno Poebel que describe un significado alternativo completamente diferente del que promueve Sitchin. En los textos que siguen, Nibiru era considerado como un planeta en concreto, Júpiter, pero antes Mercurio. La órbita propuesta de Nibiru sería muy elíptica. Tan elíptica que es para todos los efectos una línea recta, de salida y regreso. Sabemos esto por una simple relación matemática existente entre el periodo y la longitud del semieje mayor de la elipse. Dado que todos los planetas orbitan en elipses con el Sol en uno de los focos, Nibiru debe moverse alrededor del Sol, no sólo a través de las trayectorias orbitales de los planetas. Todos los planetas barren áreas iguales en intervalos de tiempo iguales, por lo que Nibiru debe moverse muy lentamente en el afelio o punto más alejado del Sol, y muy rápido en el perihelio o punto más cercano. El cuadrado del periodo orbital de un planeta es directamente proporcional al cubo del semieje mayor de su órbita. Debido a que el período de Nibiru se especifica de 3600 años, podemos utilizar la tercera ley de Kepler para determinar algo acerca de su órbita.
La tercera ley de Kepler se puede expresar como:
a3 = p2 (1)
donde a es la longitud del semieje mayor en unidades astronómicas y p es el período, en años.
Aplicando un poco de álgebra de escuela a esto, obtenemos:
a = ∛(p2) (2)
Así, suponiendo que el perihelio se encuentra en o cerca de la órbita de la Tierra, la distancia d del Sol en el afelio va a ser 2a – 1.
La adición de esto a nuestra fórmula nos da:
d = 2(∛(p2)) – 1 (3)
Nibiru no existe como planeta en los mitos mesopotámicos, es un mito moderno.
Los sumerios denominaban con este nombre a una combinación de posiciones de Mercurio con Júpiter, como lo explica literalmente el texto sumerio Mul Apin. El texto afirma que lo que se denomina Nibiru es en ciertos momentos una denominación para Mercurio y en otras para Júpiter. De hecho, la estrella visible en pleno campo no es Nibiru sino Apin, la estrella primaveral que da inicio a las tareas agrícolas. Por eso Apin se llama Mul estrella y no planeta. Un planeta de esas dimensiones debería haber sido detectado hace mucho tiempo, y más si se está aproximando a nosotros. Un hecho así sería observable desde cualquier observatorio del planeta y, por tanto, imposible de ocultar. Hoy podemos detectar estrellas oscuras y planetas extrasolares más pequeños que Nibiru en estrellas millones de veces más lejanas. Para escapar a este hecho evidente, se dice Nibiru se aproxima por detrás del sol, pero es totalmente imposible que el disco solar pueda tapar un arco orbital tan amplio como debería geométricamente tener Nibiru con la órbita tan larga que se dice que posee. Un planeta de ese tamaño cruzando durante 3.600 años por en medio del sistema solar provocaría tales desórdenes gravitatorios que el sistema solar ya no existiría, habría sido desvastado completamente, no serían posibles órbitas estables y elípticas de 8 planetas. Un planeta como Nibiru, con esas enormes masa y volumen, no sería un planeta rocoso sino gaseoso. No tendría, por tanto, suelo firme y atmósfera adecuada para que surgiera la vida y se desarrollaran seres inteligentes, sino un núcleo rocoso o metálico diminuto en el centro de una enorme masa gasesosa, a una presión, gravedad y temperatura infernales. Ahí no podría vivir literalmente nada.
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